El futuro de las ciudades: ¿podemos lograr entornos libres de contaminación electromagnética?

En 2019, las autoridades de Bruselas, Bélgica, decidieron suspender el despliegue de 5G debido a la falta de información clara sobre los posibles efectos en la salud derivados de la exposición a los campos electromagnéticos (CEM) generados por estas nuevas tecnologías (fuente: The Brussels Times, 2019).
Este caso refleja un debate global en crecimiento: ¿cómo integrar nuevas tecnologías en los entornos urbanos sin aumentar los riesgos asociados con la contaminación electromagnética?
Actualmente, estudios como el BioInitiative Report 2012 señalan que no existe un umbral seguro de exposición a CEM de fuentes artificiales. El informe concluye que incluso niveles bajos pueden inducir respuestas biológicas adversas y efectos perjudiciales para la salud. En este contexto, resulta esencial aplicar rigurosamente el principio ALARA (“tan bajo como sea razonablemente alcanzable”), que establece que toda exposición debe mantenerse lo más baja posible, teniendo en cuenta factores técnicos, económicos y sociales. Este enfoque preventivo es clave en entornos urbanos de alta exposición.
¿Qué es una ciudad libre de contaminación electromagnética?
Una ciudad libre de contaminación por CEM no implica eliminar toda la tecnología inalámbrica. Más bien, se refiere a crear un entorno donde:
La exposición a campos electromagnéticos contaminados se minimice a niveles compatibles con la salud pública.
Se prioricen tecnologías más seguras e infraestructuras de baja emisión.
Se implementen medidas de gestión, evaluación continua y zonas de protección designadas.
Este enfoque busca equilibrar conectividad, eficiencia y preservación de la salud humana y ambiental.
Iniciativas actuales hacia entornos urbanos más seguros
A nivel internacional ya existen esfuerzos para reducir los niveles de contaminación electromagnética en las ciudades. Algunos ejemplos destacados:
1. Zonas blancas en Francia
En Francia se han establecido las llamadas “zonas blancas” (zones blanches) en áreas rurales y definidas, donde las tecnologías inalámbricas están significativamente restringidas. Estas zonas buscan ofrecer refugio a personas con hipersensibilidad electromagnética (EHS), una condición reconocida por sus efectos funcionales aunque aún controvertida en la medicina convencional.
Las zonas blancas no son un retroceso tecnológico, sino una estrategia de inclusión ambiental que reconoce la diversidad de respuestas biológicas ante la exposición continua a CEM contaminados. Su existencia ha impulsado el debate sobre el derecho a un entorno electromagnéticamente saludable y la necesidad de garantizar áreas de baja exposición como parte de estándares urbanos inclusivos.
Este modelo francés está siendo observado por otros países europeos como base para futuras políticas de seguridad bioeléctrica, especialmente en regiones donde la expansión de redes inalámbricas ha sido rápida y escasamente regulada.
(Fuente: ANSES, 2018)
2. Restricciones a la infraestructura inalámbrica en áreas sensibles
En Europa central y en algunas jurisdicciones de Norteamérica, se han implementado normativas para limitar la instalación de antenas, transmisores o microceldas cerca de escuelas, hospitales, guarderías y zonas residenciales densamente pobladas.
Estas políticas no pretenden frenar el desarrollo de redes, sino reubicar estratégicamente los emisores para proteger a los grupos más vulnerables: niños en etapas de neurodesarrollo, pacientes inmunodeprimidos, mujeres embarazadas y personas mayores.
Estas restricciones urbanas también han favorecido la creación de zonas de baja exposición y promovido la investigación sobre la distribución espacial de los CEM en entornos construidos. Más allá de la cobertura técnica, estas medidas reflejan un cambio cultural: la conectividad ya no se asume como justificación para cualquier nivel de exposición, y comienza a emerger una ética de precaución en la planificación urbana.
(Fuente: BioInitiative Report 2012)
3. Aplicación de tecnologías de neutralización y apantallamiento ambiental
El desarrollo de materiales de apantallamiento y tecnologías activas para corregir campos electromagnéticos ha abierto un amplio campo de investigación y aplicación, permitiendo reducir CEM sin sacrificar la conectividad. Sin embargo, estos avances han generado un intenso debate sobre el enfoque más eficaz y seguro.
En las dos últimas décadas, la búsqueda de soluciones se ha caracterizado por una proliferación de propuestas y posturas encontradas—muchas parecían ideales al principio, pero luego se comprobó que eran contraproducentes. Un ejemplo es el uso de materiales de bloqueo y apantallamiento de alta frecuencia, que a menudo amplificaban la electropolución, causaban más interferencias en entornos cercanos y no abordaban el problema central: el Ruido Cuántico Artificial (AQN, por sus siglas en inglés).
Este proceso ha sido clave para identificar errores del pasado y refinar el enfoque. Hoy sabemos que bloquear no es lo mismo que proteger y que la estrategia adecuada debe ir más allá del apantallamiento. En NOXTAK hemos asumido este reto desde otra perspectiva: abordar directamente el AQN mediante tecnologías de filtrado que reorganizan los campos en lugar de interferir con ellos. Este enfoque no solo preserva la función normal de los dispositivos, sino que también crea entornos más coherentes y biocompatibles.
¿Es factible construir ciudades libres de contaminación electromagnética?
Eliminar por completo la contaminación por CEM en las ciudades quizá no sea viable a corto plazo, pero reducir drásticamente la exposición sí es técnica y políticamente alcanzable. Los siguientes factores pueden respaldar este cambio:
Conciencia pública: Según un informe de la Comisión Europea (SCENIHR, 2015), la preocupación social por la exposición a CEM varía ampliamente y tiende a ser mayor en países con tradición de normativas estrictas.
Innovación tecnológica: Nuevas formas de telecomunicaciones ópticas (como LiFi) y mejoras en la eficiencia de las redes inalámbricas ofrecen alternativas más seguras.
Planificación urbana: Incluir estándares de exposición a CEM en la planificación urbana—al igual que ocurre con el ruido o la calidad del aire—es un paso decisivo.
Conclusión
El futuro de las ciudades no pasa por rechazar la tecnología, sino por gestionarla de forma compatible con la salud pública y el equilibrio ambiental. Crear entornos urbanos de baja exposición a CEM es un desafío urgente y alcanzable—si gobiernos, empresas tecnológicas y ciudadanía trabajan en conjunto.
Referencias
The Brussels Times. (2019). Brussels halts 5G rollout, citing radiation concerns. Disponible en: thebrusselstimes.com
BioInitiative Working Group. (2012). BioInitiative Report 2012: A Rationale for Biologically-based Public Exposure Standards for Electromagnetic Fields (ELF and RF). Disponible en: bioinitiative.org
ANSES (2018). Hypersensitivity to electromagnetic fields: Update of scientific knowledge and recommendations.
SCENIHR (2015). Scientific Committee on Emerging and Newly Identified Health Risks: Potential health effects of exposure to electromagnetic fields.